LA PALOMITA

 

Al ver tus gentileza

te di yo un día

el cariñoso nombre

de Palomita;

Partí, y ahora,

miro que ya te llaman

todos, paloma.

 

Ese sensible nombre

¡que bien te cuadra,

porque eres inocente,

sencilla y casta,

tierna y graciosa,

y tienes la dulzura

de las palomas.

 

Así habrás de llamarte

toda la vida,

si siempre como ahora

de él eres digna.

¡Ay¡ Y Dios quiera

y permitan los cielos

que sí lo seas.

 

¿Cómo habrías de lograrlo?

Todo consiste

en una sola cosa

que he de decirte:

óyela, niña

y guárdala en tu mente

mi palomita.

 

En el jardín del mundo

por donde hoy vuelas,

nada hay como las flores

de la inocencia.

Dan ellas solas

la quietud y  la dicha

con sus aromas.

 

Mientras que las conserves

serás dichosa;

desgraciada mil veces

si las deshojas;

que al deshojarse

dejarán en tu pecho

crudos pesares.

 

No dejes que se sequen

ni se marchiten,

para que nunca sufras

ni vivas triste;

para que sigan

llamándote por siempre

la palomita

 

Nunca de los placeres

las flores bosques

Pósate sobre el árbol

de las virtudes;

has que tus alas

vayan siempre buscando

su sombra grata.

 

No abandones sus ramas

si quieres verte

libre de los contrastes

que el mundo ofrece;

si de él te apartas

perderás el tesoro

de la esperanza.

 

Es ese el árbol santo,

y el que a él se acoge,

el cielo le concede

sus bendiciones.

Si él te cobija,

podrán siempre llamarte

la palomita.

 

Huye siempre del mirto

no en él te poses,

mira que ese es el árbol

de los amores;

mira que tiene

escondido en sus hojas

veneno leve.

 

Cupido con su halago

no te fascine;

¡ay!, de ese Dios no vueles

por los pensiles,

que hay en sus bosques

para cada paloma.

cien mil halcones.

 

¿Ves?... ¿De ti que sería

si, por desgracia,

infelices cayeras

entre sus garras?

Ya no dirían

que eres de Lambayeque

la palomita.

 

En vez de la dulzuras

que hoy goza tu alma,

sólo tuviera penas,

duelos y lágrimas,

y su gorjeo

se convirtiera  entonces

en llanto acerbo.

 

Si hoy al ver tus virtudes

todos te alaban,

entonces ¡ay¡, Panchita

te despreciaran:

que la pureza

es para las mujeres

la mejor prenda.

 

En tanto torturante

remordimiento

punzara con fiereza

tu triste, pecho,

ya no dirían

que eres el Lambayeque

la palomita.

 

Por eso has de guardarte

toda la vida,

pura cual lo desea

quien bien te estima;

quien te ha querido

con el cariño intenso

de un fiel amigo..

 

Muy pronto de este suelo

voy a alejarme;

sí, con profunda pena

voy a dejarte.

Y pido al cielo

que en tu memoria graves

mis pobres versos.

 

Yo de tí he de acordarme

hasta que encuentre

el fin de mis pesares,

¡la ansiada muerte¡

Tú, mientras vivas,

olvidarme no quieras

mi palomita.

 

También yo soy un ave

que errante y peregrina

vino a remotos climas

 consuelos a buscar;

yo soy, paloma mía

viajera golondrina

que no tengo en mi patria

 un nido en que posar.

 

En vano en raudo vuelo

crucé los anchos mares,

dejando las riberas

de mi natal región

doquiera me persiguen

mis tétricos pesares;

hirieron mil espina

doquier mi corazón.

 

Mas triste, ya cansado

 de duelo tan intenso,

tiendo otra vez las alas

 a mi patria natal;

¿Qué es lo que allí me aguarda?

No sé por qué lo pienso:

el fin de mis dolores,

un lecho funeral

sin encontrar reposo vivo

 siempre muy riendo;

el árbol de la dicha

 no puedo divisar;

 

así, a los patrios bosques

el ala ya ahora tiendo

¡dichoso si al cruzarlos

 sucumbo a mi pesar!

Escucha: cuando llegue

 mi muerte hasta tu oído,

cuando mañana sepas

que yazgo en el panteón,

dedícame una lágrima,

paloma, y un gemido

y elévale por mi alma

a Dios una oración.