TODAVÍA CADALSOS!,
¿Hacia dónde esa turba frenética
se dirige marchando en tropel?
¿que aparato siniestro, fatídico
allí se alza sangriento, cruel?
¡Oh, qué miro!... ¡Gran Dios!, un patíbulo
donde un hombre va presto a expirar
y en tan triste y odioso espectáculo
viene el hombre contento a gozar!
Y con rostros radiantes de júbilo,
y con ojos de fiera expresión,
no hay quien vierta siquiera una lágrima,
no hay quien muestre siquiera aflicción.
Ya allí con paso vacilante y trémulo
se acerca el infeliz que a morir va
¡cubre su cuerpo ensangrentada túnica;
su frente de dolor nublada está!
Tras él camina religioso séquito
y le da por consuelo en su dolor,
una imagen del Dios que allá en el Gólgota
fue de la Humanidad el Redentor.
Y él la contempla enmudecido, estático
y la estrecha a su pobre corazón,
porque es el dulce y saludable bálsamo
que calma el padecer. ¡La Religión!
Llega al cadalso y se arrodilla...mísero
y besa con fervor la Santa Cruz,
y alza los ojos hacia el cielo, lánguidos
por vez postrera a contemplar la luz!